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Tratamiento pictórico y dispersión de la luz

La fotografía es luz y por lo tanto la iluminación juega un papel fundamental en la narrativa de la imagen.

Excepto en la fotografía estereoscópica y resto de tanteos por conseguir las tres dimensiones en la imagen, la iluminación es quien nos asiste para crear la ilusión de tridimensionalidad produciendo la impresión de forma, distancia y consistencia del objeto fotografiado.

Con ella llegamos a provocar toda la disposición de ánimo en el receptor hacia nuestra narración gráfica gracias a su capacidad de producir efectos ambientales, de crear atmósferas determinadas, de dramatizar.

Del mismo modo la iluminación también permite enfatizar las partes del discurso visual que consideremos oportunas y ocultar aquellas que distraigan del mensaje.

Para representar esa imagen tridimensional sobre una pantalla plana, se han utilizado tradicionalmente tres estilos de tratamiento pictórico que llevan del predominio de las altas luces hasta el de las sombras: el Notan, el Claroscuro y la Silueta.

Tratamiento Notan

[foto: Alfonso Pérez]

El tratamiento Notan es el tratamiento típico por excelencia de los japoneses.

La impresión de la imagen es prácticamente bidimensional (plana) y para crear los planos se utilizan fundamentalmente los colores o tonos que se evocan a partir de una clave de luz alta.

El enunciado gráfico es el detalle de la superficie fotografiada, el contorno y el tono del modelo.

No se distingue una luz principal, una luz que moldee y provoque volúmenes, se puede llegar a afirmar que siempre hay una total ausencia de una luz moldeadora. Lo mismo ocurre con el contraluz. Puesto que este tipo de imágenes al estar en clave alta utilizan fondos muy claros, tipo limbo, no admiten la inclusión del contraluz que aplastaría más al modelo sobre el fondo y se vería invadido por él. Sin embargo estamos ante una imagen con una extensa luz difusa e indeterminada.

Claroscuro (Chiaroscuro)

El claroscuro es un tratamiento de la luz que nos resulta natural

[foto: Paco J. Muñoz]
y tan familiar que el espectador no lo percibe como un artificio aunque con modelos sobre fondo limbo (blanco o perlado) o fondo camafeo (negro, oscuro) el efecto denota el diseño escénico.

Consiste en el uso de contrastes fuertes entre las luces y las sombras para destacar elementos y evidenciar volúmenes. Las luces y las sombras en el claroscuro evocan solidez, dimensión y disociación de los elementos.

Los fuertes contrastes introducen al observador dentro de la imagen en la que las superficies con aristas muestran cortes nítidos entre las luces y las sombras mientras que en las curvas la transición es más suave.

La técnica del claroscuro alcanzó su madurez en el barroco. Un importante exponente es Rembrandt que en su obra utiliza la luz para destacar un objeto específico. En la primera mitad del siglo XX se empezó a aplicar de un modo extremado en el cine de la mano del expresionismo alemán (Nosferatu, etc.) y posteriormente dio lugar al “film noir”.

Silueta (Silhouette)

[foto: Cosme Lapena]
Concentra toda la narración en el contorno del modelo u objeto representado sin incluir detalles en su superficie.

Su efecto puede ser diferente según la escena en que se aplique. Se pueden obtener ambientes dramáticos o misteriosos o llegar a lograr efectos decorativos.

La silueta puede ser pura, en aquellos casos en que la textura del objeto es absolutamente inexistente, o bien tener un relleno mínimo de luz que sugiere la calidad del objeto.


La dispersión de la luz

Para conseguir estos tratamientos es necesario combinar con precaución la iluminación direccional (dura) con la luz difusa (suave).

La luz dura es muy direccional y produce sombras pronunciadas. El ejemplo más claro es la luz directa del sol.

Produce una transición entre luz y sombra muy nítida, claramente definida. Es ideal para obtener gran contraste y, como los rayos de la luz son paralelos, se mantiene durante mucha distancia. Sin embargo, si el sujeto se ilumina con varias luces duras se obtienen sombras múltiples lo que produce un resultado poco o nada natural. También puede ocurrir que se exageren las texturas o las formas de las superficies.

La luz suave, por el contrario, produce sombras leves. Es un tipo de luz difusa como, por ejemplo, la luz del sol en un día nublado.

Produce gradaciones delicadas con matices sutiles y permite iluminar sombras sin provocar nuevas sombras del objeto. Sin embargo la luz se disemina mucho y no es fácil enmascararla. Puede provocar imágenes planas, faltas de relieve y volumen. Puesto que los rayos van muy dispersos, la intensidad de la luz baja mucho más rápidamente.

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